2º Clase

Hace unas semanas atrás, para ser más específica, el once de septiembre, una profesora y muy querida amiga, posteó en Facebook, como homenaje a los docentes, lo siguiente:

MAESTRAS!!!
Porque enseñan mucho más que contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales.
Porque sus expectativas de logro exceden la simple aprobación de un examen.
Porque siempre quieren dar más y mejor.
Porque aún cansadas, mal pagadas, recolectando ingratitudes varias y mínimo reconocimiento, siguen de pie en el aula.
Porque todavía SUEÑAN, QUIEREN, IMAGINAN...un alumno que desee aprender.
Porque batallan, como Quijotes, frente a molinos invencibles.
Porque no hay padre, directivo ni ignorancia que las venza...
Porque, para ustedes, el llamado es irresistible
y aún deseando despedidas y retiros nunca dejarán de enseñar.
Por eso queridas amigas y compañeras PROFESORAS...las llamo MAESTRAS!!!

¡¡¡FELIZ DÍA!!!

Y, para el MAESTRO que más y mejor me enseñó, con el deseo de seguir su ejemplo, mi mayor homenaje:

Omar Argerami, petiso del alma, enorme MAESTRO...mi cariño, oración y respeto SIEMPRE!
Roxana Grigioni

Como podrán imaginar, no fue pequeño mi estremecimiento.  ¡Cuanta admiración! ¡Cuanta gratitud!  ¡Cuanto amor a ese profesor!  Tanto que parece no haberle alcanzado llamarlo “profesor” y le fluyo desde el alma la palabra “MAESTRO”.

Inmediatamente me pregunté… ¿en que medida este profesor influyó en la práctica profesional de mi amiga?  ¿Cuanto, de esas enseñanzas, hoy las traslada a sus alumnos en el ejercicio de su práctica profesional?  ¿Que huellas dejó este profesor en su propia vida? 

Y me dije:  ¡Que interesante sería poder conocer algún relato de su historia formativa en relación con este profesor!  ¡Cuanta riqueza encontraría en ese relato que me pueda servir a mi, en mi propia practica profesional!  Y cuánto más podríamos encontrar si cada una de nosotras nos animamos a relatar, un pasaje de nuestra propia vida escolar.  Consideremos todos los niveles de escolaridad.  Rescatemos lugares, momentos, personas, aquello que nos halla dejado en nuestro recuerdo una marca muy profunda.  Busquemos cosas significativas que persisten aún hoy en nuestra mente.  Para organizarnos mejor, escribamos en primera persona y relatemos como era este profesor o maestro que nos dejó su impronta,  como enseñaba, que hacíamos como estudiantes, etc.

Para que no naveguen en una nebulosa, les dejo fragmentos de un relato en  este link "La Señora Theresa Henzi", que deben conocer.  Si bien este relato es extenso, por una cuestión de espacio y dinamismo, tratemos de no superar las 10 líneas.  Algo que pueden hacer, que es muy útil y nos permite escribir tranquilamente es, escribirlo en un procesador de textos, y luego copiarlo y pegarlo en la sección de comentarios de este blog.

Bueno, manos a la obra y veamos que nos sucede………

6 comentarios:

  1. 1.- Pienso en modelo de profesor, influencia y ejemplo, y surge la imagen de un profesor que acompañó gran parte de mis estudios superiores.
    • En cuanto a su preparación profesional, impecable. Manejo de contenidos, relación y comprensión de temas, excelente. Tal vez en lo metodológico o estratégico los pedagogos actuales podrían criticarle "exceso de exposición" sin embargo, con otra mirada, podemos reconocer que sus alumnos gozaron del beneficio de sus clases magistrales.
    • Su presencia era contundente, reconocía al alumno dedicado, percibía cualquier dificultad (didáctica o personal), hablando en criollo, se detenía a mirarnos. Jamás continuaba desarrollando un tema, por el tema mismo, si captaba un malestar o un cambio de actitud en uno de sus alumnos.
    • Guía, ayuda, material, dentro y fuera de la hora de clase, los ofrecía desinteresadamente.
    • Alegría. Sabíamos que enfrentaba la enfermedad grave de su esposa, sin embargo jamás notamos amargura o malhumor. Entraba a clase a la voz de "Buenas tardes, jóvenes amables!" con una enorme sonrisa y ¡a enseñar!.

    La propuesta pide la narración de un pasaje de la vida escolar y no he cumplido con la consigna porque pensando en mi modelo de profesor se me hace imposible seleccionar uno, justamente es la continuidad y coherencia de su conducta lo que más me marcó.
    R.E.G.

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  2. Ciertamente el tránsito, trayecto o recorrido por la vida escolar se constituye en un sesgo muy fuerte en la vida de una persona. Y en aquellos que hemos elegido la docencia cobra fuerza al actualizarse en el ejercicio profesional día a día.
    Mirando en retrospectiva el camino por mi escolaridad, prácticamente podría decir que comenzó en la escuela primaria, ya que del Jardín de Infantes tengo pocos y vagos recuerdos, y significativamente -no sé si esto derivará luego en el diván- no recuerdo a ninguna de las maestras, ni sus nombres ni sus imágenes.
    Mi vida escolar se inició a los 7 años en el primer grado de la escuela Nº 1 Juan Estrugamou de Chacabuco, bajo el ala adorada de la señorita Elsa. Ella, alta, esbelta, tierna y severa, maestra del saber, de impecable guardapolvo blanco con botones relucientes, es el recuerdo más vivo, dulce y acogedor que tengo de la escuela.
    Cada día era una felicidad, una aventura, un descubrimiento y nunca, nunca, jamás, de su boca salió un grito, ni un reto. Creo que tampoco hizo falta, porque no había tiempo de distracciones ni peleas, todo estaba lleno de ella y el conocimiento.
    También debo decir que mi vida escolar acabó, en un sentido figurado, al término del tercer grado y con la señorita Elsa.
    A partir del cuarto grado me ocurre lo mismo que con el Jardín, entro en un terreno nebuloso que tiñe todos los recuerdos. Tampoco vienen a mí las maestras.
    Continuará...
    MBP

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  3. año 194.... . yo, orgullosa, sentada en mi pupitre de madera. feliz por haber llegado ya a mi primer grado en la primaria. frente a mí: el increíble cuaderno "único" (no borrador).
    yo, hija de familia de clase media, en una escuela - tal vez- pensada para privilegiados obedientes, en la plata: la escuela anexa dependiente de la universidad. ¡lo mejor! decían mis padres. (ahora creo que lo era, pero ahora).
    era el mes de mayo y se aproximaba el día 25, el de la revolución.
    la maestra propone, severa y enérgicamente sin dejar un pequeñísimo espacio para las dudas o libertades:
    -tienen que dibujar en el cuaderno "único", cómo irán a la plaza a festejar el día de la patria.
    yo siempre pensaba antes de dibujar algo. Pensaba, como lo sigo haciendo frente a todo lo que realizo escrito o dibujado.
    miré hacia la ventana como si el cielo me fuera a dar una idea. y me la dio. yo veía a las nubes cómo armaban, incesantemente, distintas figuras en las que yo veía cosas, en el cielo. Claramente dibujados vi como si se fueran formando moños que se unían en una cadena. siempre las nubes se transforman en dibujos.
    comencé mi trabajo: hice la plaza que, era para mí, dos árboles y un cantero lleno de flores. luego comencé a dibujarme ya mí en ese contexto: cabello negro, cara redonda, tez morena y, sosteniendo mis cabellos arriba, en los costados de la cabeza, dibujé dos grandes moños, como los de las nubes.
    agregué a dos nenes más- por allí- pero sin detalles como yo.
    me faltaba el vestido: como era una fiesta lo hice más largo que los de todos los días. puse mucha dedicación para diseñarlo: cuello redondo con puntillas. bolsillos en la pechera: con un moño cada uno. igual en la pollera. con una lazo en la cintura con un moño. también zapatos negros (de charol) y medias con un moñito cada una y los zapatos con un moño negro de charol cada uno.
    ¡los moños de las nubes estaban ahora en mi cuaderno "único".
    y en el cielo..dibujé las nubes, más o menos, porque era muy pequeña, con forma de moños.. Pensé: "este dibujo es una fiesta".
    se acercó la maestra que estaba "corrigiendo". tomó mi cuaderno y mostrándoselo a todo el grado dijo, como contrariada:
    -miren los que dibujó "XX". ¿y esto qué es? ¿este vestido les parece que es para ir a la plaza el día de la patria? ¿yo dije que dibujaran esto? el 25 de mayo de 1810 sí se usaban los trajes largos ¿no? y estaba nublado y llovía, pero no había que dibujar esto. tenés que corregirlo. - me puso "regular".
    yo no pude contestarle que así me imaginaba la plaza a la que iba a ir y así me gustaba el vestido. mi preocupación era que no sabía qué era lo que tenía que corregir.
    ya en mi casa, cuando le conté a mi hermano, él me dijo: -borrá y hacé el vestido más corto. y dibujate una banderita en la mano. pero está más lindo así. pero te puso "regular"
    Kuky

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  4. Que gran sorpresa, ver la foto del querido PROFESOR ARGERAMI, les cuento que fui dilecta alumna, y a veces me veo un tanto reflejada, exigente, cascarrabias, pero de Buen corazón. Otro día les contaré con detalles sobre sus enseñanzas y amistad (también fui distinguida con ella, hasta su muerte), pero hoy quisiera contarles de alguien que marcó MI CARRERA. Mi maestra de 6to. grado, una escuela de la provincia, la nº 66 Almirante Brown (Diag. 80 y 117 - La Plata) La maestra: Señora María Adela de Burimborde, UNA DAMA. Pulcra, sobria, siempre impecable (marcó junto con mi padre, la forma de presentarme) siempre con una palabra y reflexión acertada, sabedora de su profesión, "Maestra" Con su ejemplo, marcó el camino de mi vocación y hoy en muchas de mis acciones, la recuerdo.
    H.A.

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  5. Tengo en mi memoria todo el desarrollo escolar y elegir un momento me resulta difícil porque me sentía felíz en mi escuela, esa es justamente lo primero MI ESCUELA, nunca la llamé de otra manera y estoy muy agradecida a ella. Pero para reducir mi agradecimiento tengo en mi memoria a dos profesoras. La prof Beatriz Martínez Fayó de literatura, la recuerdo por haber aprendido a partir del respeto que emanaba de ella hacia la profesión, no solo transmitía maravillosamente bien los contenidos sino que atrapaba, no era necesario hacer un esfuezo para estudiar, su entusiasmo y pasión por los autores que enseñaba te "metía de lleno" en los personajes y le daba status a la profesión, puntualidad, prolijidad, seguridad, todo lo que hace que un alumno sienta que esa profesora no solo tiene la cátedra por el título sino por que es legítima en su función.
    la otra profesora, Maussi, enseñaba Historia de la Cultura Occidental, y además de encantarme la materia supo ver en mí la pasión por la lectura y la curiosidad y lo mejor de todo es que ME LO HIZO SABER, elevó tanto mi autoestima que me convertí en una estudiante segura de que no fracasaría en cualquier carrera que eligiese.
    A.R.

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  6. Año 1959

    La “señorita mariacanepa” porque así la llamábamos todos los alumnos de mi escuela primaria , tenía la fama de ser la maestra “más buena” y la mas sabia de todas las maestras, por consiguiente todos los que pasaban a 5º grado querían estar con ella, pero como los cursos eran de 20 a 25 alumnos, muchos se quedaban sin ese privilegio…

    Yo fui una privilegiada, fui seleccionada y ¡¡¡ cursé el 5º grado con ella!!!

    Mi alegría fue inmensa, me sentía feliz y orgullosa de pertenecer al grado de la “señoritamaríacanepa”. todas mis expectativas se cumplieron y comprobé que la fama que se había ganado la tenia merecida. Ella era comprensiva, y sabia cuando algo nos pasaba. Enseñaba maravillosamente, juro que hasta hoy recuerdo algunos conceptos matemáticos y algunas reglas ortograficas que ella me enseñó. Me enseñó a manejar la pluma para escribir bien y que la tinta no produjera manchones en mi cuaderno. También fue ella quien me hizo sentir el placer de la lectura, me acuerdo que todos los fines de semana, me llevaba algún libro de la biblioteca para leer, y aunque no lo crean, ese año leí un libro por semana.

    Fue el año más feliz de toda mi vida de estudiante, me encantaba ir a la escuela y los fines de semana no veía la hora de que llegara el lunes.

    Una vez finalizado el año y con todos estos antecedentes, obviamente, tener que dejar a la “señoritamariacanepa “ implicaba una gran tristeza. .

    En marzo comencé el 6º grado con la “señoritahilda” y pasé del paraiso al infierno. La “señorita Hilda” era una maestra de la misma edad que mi maestra anterior, pero a diferencia de ésta, la nueva señorita era distante y muy exigente y sobre todo carecía de paciencia…. Nunca gritaba pero su mirada era el peor de los “retos”, a nadie se le ocurría ir a clase sin saber la lección del día, y si alguien “puchereaba” por haber olvidado la lección al pasar al frente, nos decía que maduráramos, que pronto comenzaríamos la secundaria por lo tanto debíamos comportarnos como adultos. Esto, dicho por ella, más que un consejo era una sentencia. Todos sufríamos ante semejante “incomprensión”. Evidentemente a diferencia de la “señorita mariacanepa” ir a la clase de la “señoritahilda”, era una tortura todos los días. .… Y así y todo, termine el 6º grado con muy buena calificaciones y con una sensación de alivio inmensa.

    Como cierre de este relato y aunque parezca paradógico, cada vez que evoco mi escuela primaria, la primera imagen que viene a mi mente es la de la “señorita Hilda” y después la de la “señorita Mariacanepa”, a quien tanto quería.
    Vanda

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